Flores, un trabajador decidido

José-Asunción-Flores-orgulloparaguayo

Por Genaro Riera Hunter.


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Estos Comentarios están basados en algunas de las  preguntas que A. Almada Roche se realiza en su libro José Asunción Flores compañero del alma, compañero, específicamente en el capítulo: El alma del creador. Por ejemplo Almada Roche se pregunta: ¿existe una especie de ley común tanto para el poeta, el pintor o el músico?. ¿La inspiración es igual?. ¿Escribía Flores varios borradores o sus composiciones las hacía de entrada?.

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José Asunción Flores dice:  “El genio de la inspiración dicta, ordena, y el artista no es otra cosa más que el que escribe, el instrumento. No tiene necesidad de trabajar, de reñir, de esforzarse por su faena sino que le basta copiar con obediencia lo que se le acerca como en un sueño divino. No trabaja casi nada; o si prefieren, algo trabaja dentro de él y en su lugar.

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Flores describe con esto el mecanismo inconsciente: la materia prima de la obra de arte como fruto de una formación del inconsciente. El inconsciente, como trabajador que es, trabajando.
En un primer tiempo el sujeto pasivo. Pero un sujeto pasivo no es un sujeto ignorante sin un amplio saber en qué y en dónde se disfruta. De alguna manera el sujeto por pasivo que sea siempre sabe y está seguro en dónde y de qué se goza. Que sea pasivo y obediente no significa no tener una dirección clara respecto al goce siempre calculado por lo inconsciente. Es el sujeto del inconsciente el que describe Flores en este primer tiempo de la creación.

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A este primer tiempo es lo que podemos llamar inspiración. Es como si lo que se dibujara no viniera de nosotros mismos. Es la razón y la reflexión las que no controlan la actividad inconsciente.
En la inspiración, entre comillas, es la imaginación la que no está palidecida, ahogada, acallada, por la reflexión de la razón.
Lo que describe Flores es la escritura automática del inconsciente. Es como si fuera un intermediario, un “médium” ente el mandato y su pluma.

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Pero Flores es también un trabajador decidido pues no se somete a a ser un simple trabajador trabajado por el inconsciente.
Existe así, en la creación de Flores,  un segundo tiempo. Elvio Romero y Oscar Clerici comentan, en el capítulo  El alma del creador, cómo Flores, ante su propia
producción impuesta, va  elaborando.  “La retocaba con la delectación del inconforme fecundo”, “ con voluntad titánica”. “ No era un hombre que obedecía a su genio, sino que luchaba con él a brazo partido”, dicen respectivamente.
Esto es porque en un segundo tiempo operaba una severa censura, no todo era recogido, sino que por el contrario era delimitado. Una razón comenzaba a actuar. Una depuración y selección. Seria  así: el trabajo inconsciente  es el que crea algo nuevo pero no es el que compone.

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Así decimos que Flores fue un trabajador decidido pues decide que el inconsciente no haga todo el trabajo, pone un esfuerzo para reconocerse en el inconsciente. No es dueño, el artista, de su propia razón. Se encuentra  hasta cierto punto fuera de sí mismo, en una especie de éxtasis, dice Flores. ¿Dónde se encuentra entonces si no está en la razón? Y él mismo se responde: el artista se encuentra en su obra. “Está en su obra”. Hay una solidaridad  entre ser trabajador que trabaja con aquello que le trabaja. Una solidaridad con reconocer al inconsciente pero no dejarse llevar puramente por eso que le trabaja. Es cuando se pone a trabajar su producción inconsciente, como señalan sus amigos, donde no hace palidecer o acallar al inconsciente. Es ahí donde su saber de goce, no palidecido, tiene toda la significación de lo verdadero, que es lo que le maravilla, le causa conformidad, un éxtasis que Flores comenta. Es de allí de donde viene la  fuerza y convicción del artista. Ahí nace, según vemos, su contribución de artista y su formula “no divorciar el arte de la vida”. El sujeto se encuentra  atado a la vida cuando existe  una elaboración inconsciente a la cual se le hace caso, se le escucha.
El artista se engancha a la vida y se hace social con la certidumbre que su arte es contribución. El encadenamiento productivo a la vida presupone un trabajo inconsciente, en primer lugar y una elaboración de dicho trabajo, en segundo lugar.

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Hay dos tiempos en la creación según la experiencia Floriana.
Uno, el dejarse llevar, el ser impuesto, el pasivo y obediente, el ser un instrumento, el dejarse trabajar. Y un segundo tiempo, el hacer algo titánicamente con eso, depurarlo. El segundo tiempo es el tiempo del esfuerzo. Conjuntamente  “El artista tiene que ser creador y maestro de su destino”, dice Flores.

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Los creadores en general, y  Flores en particular, al parecer no hacen palidecer al inconsciente, el resplandor de lo verdadero. Cuando se crea no se es dueño de la propia razón, se está fuera de sí.  Hace resplandecer al inconsciente, a su producción, cuando la obra ocupa un lugar en lo verdadero del goce.
El sueño de Mburicaó que relata Flores, que se encuentra en el capítulo siguiente, da pie para considerar la importancia que tiene  el prestar atención a lo impuesto por fuera de la razón.

Esto significa que el creador está en un primer tiempo como siendo trabajado y luego como haciendo algo con eso que se le impuso. El mismo colocándose posteriormente  en el lugar del trabajo. La creación final como un trabajo activo.
Esto rompe el prejuicio de la inspiración pura, la creación como un rayo de gracia. El creador sabe que puede producir cosas buenas, mediocres y malas. El creador selecciona, combina, rechaza, acepta, juzga; esto es, el creador reelabora lo que se presenta en un primer tiempo como algo valioso pero desfigurado.
Flores estaba, según Oscar Clerici, en asociaciones melódicas permanentes que podían servirle en el futuro. Testimonio que ejemplifica lo que significa estar centrado en elaboraciones sobre las imposiciones subjetivas.

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Tal vez sea así el proceso de creación en general. Una segunda creación  sobre una  primera creación impuesta, teniendo como raíz “una inconformidad fecunda”, un deseo estructuralmente insatisfecho pero particularmente bien orientado.
Hay una correlación, entonces, entre ser trabajado por el inconsciente y luego trabajar eso mismo.

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En nuestro tiempo la creación se encuentra amenazada por los efectos de la técnica que enseña qué decir, qué hacer, qué crear, cómo obrar, etc., haciendo palidecer cada vez más la escritura automática inconsciente de cada uno.
La enseñanza que la obra artística aporta es que el incluir la problemática del inconsciente de cada sujeto, uno por uno, tiene que ser valorizado para que la creación de cada sujeto, artista o no, pueda estar consustanciado con su vida.

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